AR 3664 en el borde del Sol, copyright - Sebastian Voltmer -
La región activa del monstruo que creó las auroras recientes mostró su estructura tridimensional con mayor claridad cuando se encontraba en el borde del Sol. La región de manchas solares AR 3664, un área particularmente violenta y caótica, dio origen a una prominencia solar grande y con múltiples protrusiones conocida como una prominencia solar, que se extendía desde ella hacia el espacio exterior. Esta prominencia era tan vasta que la Tierra cabría fácilmente debajo de su arco extendido.
La imagen destacada fue capturada hace dos días de esta región en constante cambio. Lo notable es que, ayer, se registró la eyección de la llamarada solar más potente de los últimos años desde esta misma región, un evento clasificado en la clase X superior. Es importante mencionar que las llamaradas solares se clasifican de acuerdo a su brillo en rayos X, y la escala incluye clases A, B, C, M y X, siendo X la categoría con eventos más energéticos.
La luz ultravioleta emitida por esta llamarada golpeó rápidamente la atmósfera de la Tierra, provocando apagones en la radio de onda corta a lo largo de América del Norte y del Sur. A pesar de que la región AR 3664 ahora está girando y quedando ligeramente alejada de nuestra dirección, las partículas procedentes de ella y las eyecciones de masa coronal (CME) subsiguientes podrían todavía seguir líneas de campo magnético curvas a través del Sistema Solar interior y generar más auroras en nuestro planeta.
Galería: Aurora Terrestre de la Región Solar Activa 6443.
Es relevante destacar que las auroras se producen cuando las partículas energéticas del Sol colisionan con la magnetósfera de la Tierra, la capa protectora que desvía el viento solar y canaliza estas partículas hacia los polos. Cuando estas partículas entran en contacto con nuestra atmósfera, interactúan con gases como el oxígeno y el nitrógeno, lo cual resulta en el deslumbrante espectáculo de luces que conocemos como auroras boreales en el hemisferio norte y auroras australes en el hemisferio sur.
Este fenómeno no solo es bellísimo, sino que también es un recordatorio de la constante interacción entre la Tierra y el Sol, y de la dinámica e influencia del clima espacial en nuestros sistemas tecnológicos y en la vida cotidiana. Estos eventos pueden tener implicaciones para los satélites en órbita, la navegación aérea, las redes eléctricas y las comunicaciones, subrayando la importancia de monitorizar la actividad solar y predecir eventos geomagnéticos.
Artículo actualizado el miércoles, 15 de mayo de 2024
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