Júpiter, el gigante gaseoso que reina en nuestro Sistema Solar, es también el planeta que gira más rápido, completando una rotación en menos de 10 horas. Esta rapidez es inusual entre los planetas de nuestro sistema, y es aún más notable considerando el inmenso tamaño de Júpiter. Sin embargo, el gigante gaseoso no gira como un cuerpo sólido. Un día en Júpiter dura aproximadamente 9 horas y 56 minutos en los polos, disminuyendo a 9 horas y 50 minutos cerca del ecuador. Esta diferencia se debe al fenómeno conocido como dilatación ecuatorial causada por la rápida rotación del planeta.
La velocidad de rotación de Júpiter genera corrientes de chorro muy fuertes, que a su vez originan la separación de sus nubes en bandas oscuras llamadas cinturones y zonas brillantes que circundan el planeta. Estas características son tan distintivas que, incluso con un pequeño telescopio, se pueden observar desde la Tierra.
En una secuencia nítida de imágenes tomadas la noche del 15 de enero, con una cámara y un pequeño telescopio en las afueras de París, Francia, podemos seguir la rápida rotación de Júpiter. Ubicado justo al sur del ecuador, el sistema de tormentas gigantesco de Júpiter, conocido como la Gran Mancha Roja, se puede ver moviéndose de izquierda a derecha junto con la rotación del planeta. La secuencia abarca aproximadamente 2 horas y 30 minutos, demostrando el dinamismo y la velocidad de este coloso gaseoso.
La Gran Mancha Roja es una tormenta tan grande que podría englullir la Tierra con facilidad. Ha sido observada desde hace más de 300 años, y aunque ha disminuido en tamaño en las últimas décadas, sigue siendo una característica prominente de Júpiter.
Además, Júpiter posee un campo magnético extremadamente potente, mucho más fuerte que el de la Tierra, y alberga al menos 79 lunas confirmadas, incluida Ganímedes, la luna más grande del Sistema Solar, que incluso supera en tamaño al planeta Mercurio.
La rápida rotación de Júpiter no solamente afecta su atmósfera y su forma, también tiene un impacto en su campo magnético y en la distribución de sus lunas. Estudiar estos aspectos nos proporciona información valiosa sobre la naturaleza de los planetas gaseosos y las dinámicas atmosféricas en condiciones extremas, lejos de las que existen en nuestro propio planeta.
Estudiar a Júpiter es sumergirse en una danza cósmica de vientos huracanados, química atmosférica compleja y misterios que nos esperan en las vastedades del espacio, un recordatorio constante de la majestuosidad de nuestro Sistema Solar.
Artículo actualizado el viernes, 19 de enero de 2024
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