Cuando Orion sale en el firmamento, ofrece un espectáculo deslumbrante que puede ser capturado con esplendor por una cámara fotográfica, especialmente durante esta época del año. Al mirar hacia el sureste justo después del atardecer, es posible observar esta constelación asomándose en el horizonte. La configuración de estrellas conocida de Orion, con su característico cinturón compuesto por tres estrellas en línea recta, aparece elevándose de forma lateral desde la mayoría de las ubicaciones terrestres.
Una exposición fotográfica de larga duración permite que incluso las características más tenues se hagan visibles. Es el caso de las nebulosas de Orion y la Llama, que se encuentran inmersas en el arco de la gigantesca Bucle de Barnard. Este arco es una emisión de nebulosa que rodea la región central de la constelación y forma parte de una de las estructuras más grandes conocidas en nuestra galaxia.
El reciente mosaico fotográfico tomado desde la cúspide de Śnieżka no solo captura la imponencia de Orion, sino que también nos regala vistas de otros íconos del cielo nocturno como el cúmulo estelar de las Pléyades, azul y resplandeciente en la parte superior de la imagen, y la nebulosa Rosette, tintada de rojo y hallada a la izquierda del cinturón de Orion.
Estrellas famosas del firmamento que podemos identificar en esta composición incluyen a Sirius, la estrella más brillante del cielo nocturno; Betelgeuse, el gigante rojo que marca el hombro de Orion; Rigel, una supergigante azul que define el pie de la constelación; y Aldebarán, la "estrella siguiendo" que forma parte de la constelación de Tauro y, aunque visualmente cercana a Orion, no está físicamente relacionada con la constelación.
Conforme avancen los meses, Orion se elevará cada vez más alto en el cielo al caer la tarde, ofreciendo un espectáculo cambiante y permitiéndonos apreciar diferentes ángulos y perspectivas de esta majestuosa constelación. Además, la orientación de Orion en el cielo y su visibilidad durante diferentes épocas del año varían dependiendo de la latitud del observador, un recordatorio de la danza celestial en la que la Tierra y las estrellas son compañeras eternas.
Artículo actualizado el miércoles, 31 de enero de 2024
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